El Ángel caído

Ángel Acebes, uno de los políticos más alucinantes de la historia de la democracia española, abandona el barco. La verdad, no me voy a acabar de explicar nunca cómo un tipo como Acebes ha sobrevivido en primera línea de la política nacional española durante tantos años: no es un tipo simpático, tiene una voz horrible, no es demasiado competente, tiene un talento extraordinario para mear fuera de tiesto y ha trabajado como nadie para hacer del PP un partido tan desagradable como sea posible. Es uno de esos expedientes X de las democracias.

Parece que día a día, hora a hora, Rajoy se está quedando cada vez más solo. Tras la fuga de Zaplana a Telefónica, ayer le ha tocado el turno al nunca lo suficientemente valorado Ángel Acebes. El dúo crispador de la pasada legislatura se ha disuelto; curioso es el hecho de que, al final, todo el mundo asuma su responsabilidad electoral, menos el candidato.

Se va Acebes y con él toda una leyenda de la política española.
¿Quién se meterá ahora con Carod Rovira? ¿Quién aprovechará los discursos de todo tipo para hablar de Zapatero como el amigo de los terroristas? ¿Con quién se manifestará ahora Rouco Varela por las calles de Madrid? ¿Quién será ahora el bufón de la política de nuestro país?

1 comentario:

Anónimo dijo...

A estas alturas de la película me da igual que Acebes siga o no en la secretaría general del PP. Hace tiempo que está tan quemado como Zaplana e igual de amortizado. Hubiera podido irse hoy como puede quedarse hasta el mes que viene cuando se celebre el congreso del Partido Popular. Pero afirmar que con su salida de la secretaría general se pone fin al "aznarismo" en la cúpula del PP es precipitado. Sólo la marcha de Rajoy acabará con esta etapa. De todas formas da la impresión que se están produciendo acontecimientos a un ritmo tan acelerado que no estoy seguro que sea capaz de controlar el partido. Cada uno se está recolocando para los nuevos tiempos que se avecinan. Y esos nuevos tiempos son tan inciertos como incierto es el futuro del actual presidente. No parece que la estrategia que intenta imponer al querer controlar sus tiempos le esté dando buenos resultados. Más bien todo lo contrario. El personal se le está rebotando a diario. Y quedan muchos días de rebote.