REBELIÓN CÍVICA CIUDADANA: ¡STOP A LA IGLESIA ESPAÑOLA!

La Iglesia Católica española y la Conferencia Episcopal española son dos instituciones que con el paso de los años han perdido el escaso crédito que les quedaba tras siglos repletos de sombras y sangre inocentes derramaba en su nombre. Los obispos han dilapidado sin duda el bagaje de puntos que todos los colectivos ciudadanos, gubernamentales e institucionales ganaron en el haber allá por 1977 cuando nuestra Constitución daba a luz. Otros estamentos como el ejército evolucionaron al albur de las prácticas democráticas de una ciudadanía sedienta de paz y convivencia, en un claro ejemplo comparativo que debería hacernos reflexionar con seriedad sobre la gravedad de las actitudes predemocráticas de nuestra Iglesia Católica. Porque una sociedad democrática y abierta como la española, en pleno siglo XXI e instalada en el europeismo, no debe permitir ni un segundo más que aquellos que atentan contra el sistema democrático se beneficien de una solo euro del contribuyente y de la complicidad de las instituciones. La fe para las iglesias y la práctica interna como bien decía Jesucristo. El Estado mientras tanto debe protegernos de estos fariseos de la crispación, a nosotros y a nuestros hijos, de personajes inmundos como los obispos Rouco o Cañizares, menos aún tolerar que se menoscabe la aconfesionalidad constitucional permitiéndoles en nombre de la libertad de culto incendiar las conciencias de nuestros jóvenes con sus soflamas primitivas y medievales. ¡Ni un dedo más en nuestras aulas!

Los señores de la Conferencia Episcopal, hablando en plata, son unos auténticos fascistas de antiguo cuño, son los mismos que gustaban salir en la foto con el generalísimo e impartir deidades señalando con el dedo a quienes osaran reclamar libertad y derechos para todos. ¡Cuanta sangre derramaba en nombre de Dios! ¡Cuantos siglos ensuciando el nombre de Jesucristo! La Iglesia Católica, entendida por su cúspide aunque sin descartar a múltiples curetas de primer nivel, es una institución antidemocrática, machista, misógina, homófoba y perversamente anticristiana. Las palabras del Obispo de Tenerife culpando a algunos menores de incitar sexualmente a compañeros párrocos serían suficiente razón, junto con el silencio y la no condena del Vaticano, para suspender todos los acuerdos con Roma y así hacer honor a la letra de nuestra Constitución. Curas y obispos metidos a política, financiando con nuestros impuestos a radiopredicadores del odio como Jimenez Losantos, organizando manifestaciones contra las leyes democráticas de un gobierno democrático, boicoteando con sus sotanas la convivencia entre españoles, opinando sobre ETA, sobre el Estatut, sobre el divorcio, siempre con ánimo de enfrentar y envilecer, siempre alejados de las prácticas cristianas que se supone sustentan su ideología. ¡Basta ya!

Me creo en la obligación moral de pedir a la ciudadanía española que exija, por medio de cauces pacíficos, que el Estado suspenda cualquier acuerdo beneficioso con la Iglesia Católica, prevaleciendo la aconfesionalidad del mismo, con el fin de extirpar la última institución franquista y claramente predemocrática que pervive en la sociedad española. Han tenido nuestros obispos más de 30 años para actualizarse y adaptarse a las reglas democráticas. Sin menoscabar su derecho a la reunión, derecho que ellos jamás defendieron cuando se sentaban en la mesa con el absolutista o el dictador, cualquier gobierno democrático que se precie debe tener la valentía de responder con firmeza y sin tibieza a tales provocaciones. Ha pasado el tiempo de espera. No merecen un misero vaso de agua mientras no abracen definitivamente la democracia. ¡La fe en las Iglesias! ¡La financiación que la paguen los católicos!

Los ciudadanos debemos exigir y alentar a los poderes públicos para que tomen partida por la Justicia, la paz y la convivencia que acordamos en nuestra transición. Ni un euro más para nutrir el fascismo y la intolerancia, ni un cura más dando clases en la escuela pública, ni un céntimo más para engordar las cuentas corrientes de los voceros de La Cope. Ciudadanos, movilícense ante de que sea tarde. Ha llegado nuestra hora. ¡No al concordato con el Vaticano! ¡No al integrismo religioso! ¡España libre de fascistas! ¡Rebelión cívica ya!

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